Norbelia y Heriberto salieron hace mes y medio de Honduras porque en su país no les alcanzaba para comprar ropa y zapatos a sus tres hijos. Salieron, como los cientos de personas que abandonan Centroamérica, con la esperanza de una vida mejor.
“La vida en Honduras es pobre, uno nunca pasa de tener para la comida diaria, no hay capacidad para comprar ropa, para comprarle algo a los niños, uno se desespera y toma la decisión de tomar camino, pensando que al llegar a los Estados Unidos todo esto va cambiar”.
Los cinco integrantes de la familia ingresaron a México por el estado de Chiapas, estuvieron alrededor de un mes en la región de Tuxtla Gutiérrez, antes de decidir seguir el camino. Una garita del Instituto Nacional de Migración (INM) en un punto del camino entre Oaxaca y Veracruz, obligó a los padres y los tres niños a cambiar la ruta unos kilómetros para rodear el puesto de control migratorio.
Al ingresar a una zona de potreros fueron sorprendidos por un grupo de hombres que esperaban agazapados entre el monte y los matorrales, relata Heriberto.
El reporte de las autoridades del Gobierno de Veracruz indica que 10 persona participaron al momento de privarlos de la libertad, el número para la familia secuestrada es incierto, solo recuerdan que eran muchos los hombres que les apuntaban con armas de fuego.
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