Dentro de los distintos códigos éticos para el ejercicio de las ciencias de la salud, se hace énfasis en que toda práctica sanitaria deberá estar basada en la mejor evidencia científica disponible, así como adecuarse al contexto cultural de la sociedad o grupo donde se realiza cualquier intervención. Desafortunadamente, lo anterior no ha impactado de forma significativa en los tratamientos que reciben las personas que abusan de las drogas. La regulación sanitaria se ha enfocado en los espacios de consulta en lugar de en las intervenciones utilizadas en los ámbitos público y privado. Esto resulta en detrimento a los tres pilares de la investigación y el ejercicio de las intervenciones de salud establecidos a nivel internacional: el respeto a las personas, la beneficencia y la justicia. En los siguientes párrafos, analizaremos puntualmente como estos principios se ven comprometidos en los servicios de salud psicológica en México.
Para llevar a cabo una adecuada política de salud que considere los principios bioéticos comentados anteriormente, el Estado debe regular distintos aspectos del ejercicio profesional en salud. Los clínicos deberán estar sensibilizados no solamente acerca de la dinámica social y económica en torno al abuso, sino también deberán estar sensibilizados en cuanto a derechos humanos y a criterios terapéuticos, ejerciendo una práctica basada en la evidencia. Esto se puede hacer implementando regulaciones no solo profesionales, sino formativas: los currículos universitarios deberían considerar todo lo anterior, e incluso se podría certificar a los profesionistas para garantizar que tienen la formación adecuada para atender casos tan delicados. Así mismo, las autoridades sanitarias deberían ejercer una vigilancia más cercana y exigir mayor calidad en la atención basados en los criterios de beneficencia, respeto y justicia aquí desarrollados, eficientando el costo-beneficio y el bienestar común. Es hora.