A la Guardia Nacional se le ha facultado con 43 funciones. Desde detención de migrantes, hasta espionaje, la Guardia hará de todo. En una fracción 44, se establece como competencia: «las demás que confiera esta y otras leyes». Una adecuada capacitación, además de ser una obligación legal, parecería fundamental para evitar abusos en el uso de la fuerza y garantizar una institución respetuosa con los derechos humanos. No olvidemos que la Sedena ha sido frecuentemente señalada por un uso excesivo de la fuerza letal, prácticas de tortura y otras violaciones a los derechos humanos. Lograr el cumplimiento de la ley tendría que ser una prioridad.
Hasta ahora, sin embargo, la idea de la Guardia no parece ser más que una etiqueta en el brazo o vehículos de soldados. (En otras imágenes pueden verse cómo se pintan vehículos verde olivo con blanco y se les agrega le etiqueta «Guardia Nacional».)
El régimen disciplinario establecido para los elementos de la Guardia tampoco va a ayudar. Si bien la ley establece que la imposición de castigos debe ser proporcional, atender a las circunstancias y a los antecedentes; la revisión de estas sanciones es interna, lo que impide que una instancia imparcial intervenga.
Quizás con el régimen draconiano de la Guardia se buscaba suplir la falta de capacitación de los soldados convertidos en guardias, pero la evidencia muestra que el establecimiento de modelos de sanción discrecionales no sirven para lograr el respeto a las normas. Un sistema percibido como injusto, genera resentimiento y soldados descontentos, que con mayor frecuencia incumplen la ley.