En pocos días se cumplen 50 años de la primera desaparición forzada documentada por organizaciones de familiares de personas desaparecidas en México. El 19 de mayo de 1969, el profesor guerrerense Epifanio Avilés Rojas fue detenido y llevado en una avioneta desde Guerrero al Campo MIlitar Número 1, en la Ciudad de México. Desde entonces está desaparecido. A partir de su desaparición, su familia ha buscado a Epifanio en todas las instancias de gobierno, ante todas las dependencias, por cinco décadas, por 17 mil 800 días. Cada día esperándolo, extrañándolo.
A 50 años de la primera desaparición forzada documentada por organizaciones de familiares en México, la Marcha de la Dignidad Nacional nos enfrenta a un panorama de decenas de miles de personas desaparecidas en el país, a la inacción del Estado y a la impunidad que se ha perpetuado por décadas. La marcha, los rostros en las fotos y los de aquellas que las cargan, nos muestran que tenemos una deuda de 50 años en cuanto a memoria, verdad y justicia. Deuda que se acrecenta cada minuto en que una persona permanece desaparecida, cada día que no hay justicia por su caso, con cada cuerpo no identificado, con cada familia que recorre todos los rincones del país para buscar respuestas que no llegan.
Pero también nos permite ver que tenemos 50 años de experiencia, de caminos recorridos, de familias buscando. Experiencias que deben ponerse al centro de la política estatal para la búsqueda de las personas desaparecidas. El Estado debe escuchar a las familias y las organizaciones y trabajar con ellas para crear una política integral en términos de memoria, verdad y justicia que nos permita siquiera imaginar un país donde ninguna persona más sea desaparecida.