El futuro de la consulta pública en México se encuentra en un momento decisivo. Acertadamente, el nuevo movimiento político busca reposicionar a la consulta pública como un elemento vital de la democracia. Sin embargo, alarma observar cómo una deficiente implementación de estos procesos ha generado efectos contraproducentes a la revitalización de la vida pública y democrática de México. La actual administración corre el riesgo de convertir al proceso de consulta pública en un escudo político, que se constituye de aparentes mayorías con el propósito de legitimar soluciones simplistas a problemas de alta complejidad. Más allá de desvirtuar una herramienta democrática vital, esta dinámica ha resultado en la antagonización de diferentes grupos, deteriorando un frágil tejido social y erosionando la confianza pública en el gobierno y sus instituciones.
Exijamos procesos de consulta pública transparentes que busquen distribuir equitativamente los beneficios y minimizar o mitigar efectos negativos. Sí, a la consulta pública que crea plataformas para conversar, conectar y concertar. Rechacemos procesos apresurados y binarios que dividen a las comunidades. Sí, a un gobierno que manda obedeciendo, pero sólo cuando informa anticipadamente, equitativamente, y con claridad; cuando invierte en la creación de plataformas que fomentan el respeto, la empatía y la cooperación a gran escala. Sí, a procesos de consulta que integran las voces de los márgenes con el fin de enriquecer y matizar el proceso democrático. Sí, a procesos de participación que empoderan a sus ciudadanos a imaginar y construir un futuro colectivo, diverso y sustentable.