A continuación realizamos un breve análisis del Acto de Reconocimiento de Responsabilidad y Disculpa Pública que se realizó el 4 de marzo hacia los familiares del caso Tierra Blanca, para recuperar algunos elementos que consideramos buenas prácticas, y que pueden servir como parámetros para el cumplimiento de esta medida de reparación en el futuro.
1. Poner a las víctimas en el centro
Cualquier medida simbólica, para que realmente tenga un sentido positivo para las víctimas, debe contar con su participación y la de sus representantes. Deberán ser consideradas sus necesidades y expectativas en el diseño del evento, tanto de forma como de fondo. El acto en su conjunto debe expresar el reconocimiento a la dignidad de las víctimas. En cuanto al fondo, o contenido del mensaje, poner en el centro a las víctimas significa reconocer en primer lugar la irreparabilidad de ciertos daños. Reconocer el agravio y darle un lugar a su dolor.
Cualquier mensaje que busque «cerrar la herida» o establecer alguna equivalencia del daño resulta revictimizante.
2. Llamar las cosas por su nombre
Como su nombre lo indica, el objetivo del acto es que el Estado reconozca su responsabilidad. A pesar de la obviedad, ha ocurrido que el Estado regatea su responsabilidad y utiliza eufemismos para referirse a medias a las violaciones a los derechos humanos, generando un mensaje confuso y revictimizante.
Llamar las cosas por su nombre es una forma de validación de la verdad de las víctimas, pero también cumple un fin pedagógico hacia la sociedad, porque permite entender que estos hechos son inaceptables y no debieron ocurrir, y deslinda las responsabilidades, confundidas por el discurso estigmatizante y criminalizador.
3. Ofrecer disculpas, no pedir perdón.
Las autoridades deben reconocer y ofrecer disculpas por las fallas del Estado y el dolor causado a las víctimas. Esto no significa que las víctimas estén obligadas a perdonar, pues el perdón corresponde a un ámbito personal e íntimo, en el que cada persona le da un significado propio. Esto puede parecer una diferencia sutil de lenguaje, pero es significativa en términos del mensaje que se envía a las víctimas y a la sociedad.
4. Fija un horizonte de verdad y justicia
Durante todo el evento quedó muy claro que las disculpas públicas no son suficientes, y que las víctimas necesitan verdad y justicia. En este sentido, el acto de reconocimiento de responsabilidad y disculpa pública del Estado no es el final de un proceso, sino el principio. Su función es sentar las bases para reconstruir la fracturada confianza hacia el Estado y fijar un horizonte de verdad y justicia, que solo podrá sostenerse sobre la base de los hechos.