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3. En la minuta aprobada en la Cámara de Diputados, la Guardia Nacional quedará adscrita a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), pero, para fines prácticos, la Sedena tendrá el control operativo. Y eso lleva a una pregunta: ¿por qué esa estructura bicéfala? La respuesta a esa interrogante es obvia: los militares no quieren estar sujetos a mando civil. Sin importar la adscripción administrativa, el titular de la SSPC no va a controlar nada de peso.
4. El proyecto preocuparía menos si existiesen en México controles civiles robustos sobre las Fuerzas Armadas. No es el caso. México es, junto a Guatemala, el único país latinoamericano que nunca ha tenido a un civil como ministro de defensa. Peor aún, los militares en México tienen un importante grado de autogobierno. De 1946 a la fecha, no ha habido un solo secretario de la Defensa Nacional que haya sido removido de su cargo antes de finalizar el sexenio.
6. Hay múltiples alternativas al proyecto de Guardia Nacional. Van dos a manera de ejemplo: a) duplicar en un periodo de seis años el número de integrantes de la Policía Federal, y b) fusionar la Policía Militar y la Policía Naval para crear un cuerpo intermedio, llamado Guardia Civil o Territorial, ubicado administrativamente en la SSPC, y que coexista con la Policía Federal.
En resumen, mi sugerencia a los senadores es sencilla: voten contra la minuta y regresen el proyecto a la mesa de diseño.