«A partir del 6 de abril de 2014, ya no se le da continuidad a dicha estadística, en relación de no ser necesaria para esta dependencia del Ejecutivo Federal…» Así respondió la Secretaría de la Defensa Nacional a la solicitud de información sobre el número de civiles que mueren al enfrentarse al Ejército. Con la excusa de que son las autoridades civiles -y no las militares- quienes tienen la obligación de dar seguimiento a la muerte de civiles, simplemente dejó de hacer público el número de civiles que mata. Según la misma dependencia, de 2007 al 6 de abril de 2014, habían muerto en enfrentamientos con el Ejército más de 3900 personas. ¿Qué institución civil da continuidad a ese dato a partir de esa fecha? ¿Qué institución investiga el uso de la fuerza letal por parte de las Fuerzas Armadas para verificar que no se traten de falsos positivos como lo fueron Jorge y Javier, los estudiantes del Tec de Monterrey cuya historia se narra en el documental Hasta los dientes? Ninguna. La PGR, por ejemplo, reportó que entre 2006 y 2014, tenía registro de 34 civiles muertos en enfrentamientos con el Ejército. En otras palabras, nadie investiga el uso de la fuerza letal por parte del Ejército, ni lleva siquiera la cuenta de personas muertas a manos del Estado mexicano.
Llevamos 4 años y medio sin siquiera saber el número de civiles muertos a manos del Ejército. Si realmente se quiere poner fin a la guerra en México, hay que comenzar por poner fin a la violencia del Estado y al silencio que le encubre. Mientras justifiquemos, sin más explicaciones, la muerte cuando seguimos con un Estado que ejerce la violencia como primera respuesta, seguiremos apostando por la guerra.