En este 2018 el 2 de octubre ha sido especialmente significativo no sólo por el aniversario 50 de la matanza de Tlatelolco perpetrada por el gobierno mexicano de entonces, sino también por el factor Ayotzinapa y por la deriva generalizada que vive México, haciéndolo uno de los aniversarios más tristes y desconcertantes, pese a que el cincuentenario ha sido el resorte de múltiples libros, conferencias, simposios, programas especiales, películas, obras de teatro, documentales y debates, más lo que se acumule.
Por la mentira y simulación que nos rige, México está convertido en una variante nacional del basurero de Cocula. La ilegalidad y la impunidad hacen que vivamos cotidianamente expuestos a alguna de las múltiples manifestaciones de la violencia, incluida una muerte absurda y brutal. Cualquiera puede ser el siguiente, no sólo de morir arrollado por un conductor que atiende su teléfono inteligente
, o prensado por un doble remolque, o en un socavón, o linchado en algún pueblo, o en un enfrentamiento, o víctima de policías y criminales que practican la desaparición forzada, o en un robo violento, o en una taquería, o a las puertas de casa, o dentro de la misma…