No están y, por eso, para algunos ni siquiera existen. Los desaparecidos de México son un número fantasma en el Registro Nacional de Personas Extraviadas o Desaparecidas y suman 37 mil 450. El 40% de ellos, entre 15 y 29 años. Aunque la cifra se mueve constantemente… empeora. ¿Qué clase de masacre es ésa? Cuatro veces el auditorio nacional, repleto.
Jan Jarab, el Comisionado en Derechos Humanos para la Organización de las Naciones Unidas explicó que el gobierno mexicano trabaja con la oficina de la ONU para la atención de los familiares. Pero dijo algo grave, lacónico y desesperanzador: no sabemos, nadie sabe, cuál porcentaje de estas desapariciones, son desapariciones forzadas por las autoridades.
No es noticia, es ya un fenómeno que llama la atención de The New York Times, El País, CNN, The Washington Post, BBC… la poblada lista de los medios periodísticos del mundo que habla de esto tiene una razón de ser: la gravedad del fenómeno se equipara a los grandes genocidios del planeta, a las matanzas de las dictaduras, a la barbarie separatista.
El crimen organizado ha hecho lo suyo, con incontables ajustes de cuentas, pero las preguntas que siembran las palabras de Jarab, abonan al desastre: ¿Es imposible determinar cuántos de ellos fueron desaparecidos a manos de las autoridades? ¿Tan grande es ése porcentaje que el Estado Mexicano no se atreve a soltar una cifra? ¿ Es acción, es omisión? ¿Cómo se entiende que 11.3 % de los desaparecidos mientras gobernó Peña Nieto tengan menos de 4 años de edad? Pero, este no es un mal de los priistas; la gran mayoría de las desapariciones fueron registradas durante los últimos dos sexenios. Y en México, tan adeptos a golpearnos el pecho, a proclamarnos sufridores del dolor de los otros, miramos para otro lado.