El fiscal veracruzano dice que no invitaron a los familiares “para garantizar el éxito de la investigación”. Hay que ver a lo que llegan las autoridades de este país. ¿Los colectivos, esos que desde hace más de una década y ante la inacción gubernamental han tenido que salir a remover con las manos la tierra en la búsqueda de sus hijas e hijos, padres y hermanos, ellos son los que representan una amenaza para el “éxito de la investigación”?
Esos que a fuerza de estar solos frente a su tragedia han aprendido más de protocolos de resguardo de los hallazgos que las autoridades mismas, ¿amenazan “el éxito de la investigación”?
¿Cómo puede el fiscal colar el término “éxito” en medio de esta masacre? Descubrió, en el mejor de los casos, una entrada del inframundo criminal que pudre a México y a Veracruz, pero el “importante logro” de su fiscalía no conjura un solo desaparecido más. Ni uno.
Si el fiscal quiere cambiar la realidad oscura que es el territorio en donde está llamado a hacer justicia, debe abandonar el protagonismo y no procurar el beneplácito del gobernador, como tan vergonzosamente lo hizo en su discurso del jueves, sino tejer una alianza con la sociedad, y de ésta en particular con las víctimas.
En el anuncio de la semana pasada no hay logro. O está muy lejos de haberlo. Tenemos una montaña de cráneos que sin ojos nos miran pidiendo verdad y justicia.