Hoy se conmemora el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas. Debemos frenar la rutina, suspender cualquier asunto, detenernos de una vez por todas para entender cómo llegamos aquí y redefinir para México una ruta de paz.
Aunque la ley contra desapariciones forzadas ya ha sido promulgada, la impunidad que en esta materia impera difícilmente podrá contrarrestarse sin una profunda reforma al ejercicio de procuración de justicia. La deuda del Estado sobre la verdad detrás de estas miles de desapariciones se incrementa día con día. El común denominador es la evidente falta de profesionalismo en las investigaciones.
En las dos últimas décadas se ha hecho costumbre la inexplicable renuencia a implementar recomendaciones de expertos para la realización de peritajes confiables y lo más catastrófico es la negligencia para poner en marcha el reconocimiento de cuerpos y restos que se acumulan en los servicios médicos forenses tanto estatales como federales.
Por ello, resulta imperante atender las recomendaciones que en esta materia realizó el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI): 1) Crear un programa nacional de exhumaciones que sea profesional, confiable y expedito. 2) Resguardar y custodiar de manera adecuada los lugares donde pueden encontrarse cadáveres, cuerpos y restos. 3) Contar con un sistema único automatizado de identificación dactilar a escala federal.