Cinco años después, el contexto ha cambiado de forma importante. La correlación de fuerzas en el ejecutivo y legislativo se volteará de cabeza. Para el tema del fracking, cinco años intensivos de trabajo han significado que miles de personas en México ya saben que el fracking es un grave problema y se pronuncian por su prohibición. Organizaciones en los estados que ya sufren el fracking o están amenazados por esta posibilidad han trabajado incansablemente por difundir información, hacer asambleas, actas de cabildo, educar representantes, realizar foros y talleres informativos, entre muchas otras cosas.
El tema ha alcanzado tal relevancia, que hace un par de semanas el presidente electo se pronunció diciendo que “no vamos a usar ese método”. La Alianza Mexicana contra el Fracking hemos recibido con agrado esta declaración, pero hemos dicho con claridad que es necesario que se prohíba por ley.
El proceso de formación que hemos tenido en la Alianza también nos ha colocado en una visión amplia de la necesidad de transitar a una sociedad que deje de utilizar combustibles fósiles y que realice esta transición en pleno respeto a los derechos humanos y con justicia social. Nos preocupa el impulso que el nuevo gobierno busca hacer a la extracción de hidrocarburos y a la construcción de infraestructura que prolongue esta dependencia. Si queremos detener el cambio climático, no tenemos tiempo que perder. Tenemos que trabajar de inmediato por cambiar las reglas del juego y apostar por cambios de fondo.
Celebramos cinco años de trabajo que han traído innumerables experiencias. El trabajo se intensificará pues todavía hay camino que recorrer por la prohibición del fracking y en defensa del agua y el territorio.