La tarde del jueves 18 de enero de este año el joven mecánico Kevin Alexander fue detenido por elementos de la Marina, en el municipio de Nuevo Laredo, mientras transitaba en una camioneta, acompañado por su novia y otro varón. Un día después fue localizado sin vida y su cuerpo mostraba rastros evidentes de tortura.
El martes 20 de febrero, elementos de la Marina detuvieron a los jóvenes Julio Viramontes y Edmundo Ramírez en el crucero de Bravo y Esmeralda, también en la ciudad de Nuevo Laredo. El domingo 25 Edgar de Jesús Pérez Lira fue igualmente detenido por una patrulla de marinos, a pocos metros de su domicilio. A la fecha las tres personas mencionadas continúan desaparecidas.
En julio, la PGR explicó que la responsabilidad de las desapariciones no era de la Marina sino del grupo delictivo, Los Zetas, que habría utilizado vehículos clonados y uniformes falsificados para perpetrar las atrocidades narradas por la oficina del Alto Comisionado de la ONU, Zeid Ra’ad Al Hussein. Esta versión es difícil de sostener ya que, en varios de los casos, los familiares persiguieron los vehículos oficiales de la Marina hasta las instalaciones de esa dependencia, donde las víctimas fueron conducidas.
Pasada la elección la Marina se desdijo y contradijo con otra explicación: sus voceros declararon que la dependencia decidió «suspender y separar provisionalmente a los marinos presuntamente responsables de participar en las desapariciones.» Sin embargo, la Semar no aclaró ni transparentó quiénes fueron esos presuntos responsables y tampoco precisó cuántos habrían sido.
** Zoom: La Marina de México ingresó a Nuevo Laredo en el año 2011. Desde entonces han transcurrido siete años sin que la paz haya vuelto a esta ciudad. Cabe especular que en vez de ser cura, los marinos se volvieron el veneno: o bien son socios del crimen organizado, o bien cierran los ojos para que se celebren barbaridades a su nombre.