Hace algunos días hablaba de dos ficciones; la primera era el Sistema Nacional Anticorrupción, un “esfuerzo” que en realidad no llegó ni siquiera a intención por parte de este gobierno para combatir el tan citado cáncer social; la segunda ficción era la Unidad Comité de la Defensa de Derechos Humanos de la Segob, descrita por uno de sus responsables como una oficina rebasada. Dos temas sensibles que acapararon la agenda del sexenio despreciados u omitidos: la lucha anticorrupción y los derechos humanos. Hoy se suma una nueva simulación, la importancia que le da el gobierno federal a los desaparecidos.
Ayer el periodista Jorge Ricardo, del diario Reforma, publicaba la situación en la que está la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas. No puedo imaginar el dolor de un familiar llegando a estas oficinas, tratando de buscar respuestas en un cascarón incapaz de recibirlos con dignidad.
La falta de recursos que padece no se debe a que los 186 millones fueran insuficientes, sino que el nuevo organismo no ha podido tener acceso a ellos, en parte por procesos burocráticos. Así que no sólo se trata de 20 empleados insuficientes, sino que no tienen los elementos mínimos para trabajar, ninguno busca a nadie, la Comisión no será capaz de atender a las víctimas ni de encontrar a los desaparecidos por la sencilla razón de que está en el olvido y en un limbo presupuestal.
En medio de la transición se esconden estos problemas capitales, el gobierno de Enrique Peña Nieto ya ha cerrado la cortina definitivamente dejando en el desamparo a las víctimas y entregando un gobierno indigno ante los cientos de miles que han padecido los peores años de su vida.