La historia del mundo ha sido la historia de quienes viajaron sin papeles en la infancia. Numerosos centroamericanos han llegado a México de ese modo. Mi amigo Luis Enamorado vio a su madre morir en la guerra de El Salvador y caminó hacia el norte para salvar la vida. En Tijuana pensó en cruzar al otro
lado, pero un impulso lo llevó a seguir la ruta que las gaviotas trazaban en el cielo. Bajó hasta Mazatlán, donde hoy recorre las playas ataviado con sombrero y traje blanco para fotografiar turistas.
Mi abuelo, Juan Luis Enamorado, los niños con los que habló Luiselli, pertenecen a la misma urdimbre. Las infancias pobres no dejarán de recorrer la Tierra en busca de horizontes.
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