No hay plazo que no se cumpla. Lo venimos diciendo hace tiempo y ya llegó el momento. La bonanza económica que la política de prohibición de drogas ha generado para la delincuencia organizada no solamente significa que han proliferado en su cobertura geográfica; que han multiplicado sus áreas de ilicitud (secuestro, extorsión, tráfico de personas, robo de combustibles, de trenes, de camiones, de maquinaria pesada, corrupción, entre otros); y que, en general, han debilitado a las autoridades policiales, a las de procuración de justicia, etc. Ahora están en l siguiente fase, que es la penetración institucional a base de manipulación en el terreno electoral.
Estamos presenciando una escena dantesca en la que, la libertad democrática se está desvaneciendo como un hielo puesto a plena luz del sol en el desierto. No exageramos un ápice al decir que estamos frente a la prueba más delicada respecto a lo que la estabilidad de nuestra frágil y evolutiva democracia se refiere. Nos estamos acercando al punto de no retorno, el tristemente famoso narco Estado.
Tenemos el tiempo contado para revertir esta situación. Pero los avances que se han dado a la fecha por parte de los amigos de lo ajeno son innegables y saltan a la vista.
Aquí no hay más que entrarle o lamentarnos el resto de nuestra vida.