El gobierno federal se ha esforzado en no proveer de justicia a los familiares de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. Hay organizaciones, papás, mamás y amigos que siguen en su lucha por obtener justicia. Pero hay una fuerza importante que provoca el abandono por el clamor de justicia, verdad y reparación del resto de la sociedad.
Abandonar Ayotzinapa es un grave error que no debe consumarse.
El día de ayer el Poder Judicial Federal nos recordó que Ayotzinapa todavía está pendiente. Nos recordó que la justicia por saber el paradero de los 43 muchachos sigue siendo un tema de primer orden nacional, aunque las campañas políticas (todas) ignoren ésta y otras violaciones graves a los derechos humanos.
Debemos de reconocer que el Tribunal fue valiente. Y en momentos en que por lo general los jueces se esconden en letanías procedimentales, es una bocanada de aire fresco ver a unos magistrados que deciden enfrentar una grave carencia del Estado. Eso, en sí mismo, ya debemos de agradecerle al Tribunal.
El debate seguirá, pero la sentencia confirma que la verdad sobre Ayotzinapa no está dicha y que el gobierno federal ha mentido permanente y constantemente. La sentencia (bien escrita y detallada) hace un minucioso análisis de los elementos de la acusación basadas en testimonios y confesiones arrancadas bajo tortura y malos tratos, de las malas prácticas que son violaciones flagrantes a las garantías de los procesados y un completo desprecio al debido proceso por parte de la PGR.
Peña Nieto logró su cometido: negar justicia en el caso Ayotzinapa. Pero hoy por hoy, a pesar que los años han pasado, el Tribunal nos recuerda que no podemos cejar en la demanda de conocer el paradero de los normalistas y castigo a los perpetradores.
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