Una cosa es tener un Gobierno que falla al perseguir a los delincuentes, y otra muy distinta es que el Gobierno mismo sea el delincuente.
Dadas las evidencias, todo parece indicar que en México tenemos ambas cosas: un Gobierno delincuente que no puede con los delincuentes.
De que nuestro Gobierno actúa como delincuente lo demuestra la ORDEN JUDICIAL que acaba de dictar un Juez de Distrito indicándole a la PGR que acepte e investigue las SETENTA pruebas presentadas en su contra por ONGs defensoras de los derechos ciudadanos por haber ilegalmente ESPIADO a opositores, periodistas, líderes civiles y activistas anticorrupción, ciudadanos todos, con el programa Pegasus, diseñado y comercializado a nivel mundial -exclusivamente a Gobiernos- por la empresa israelí NSO Group.
La forma en que la JUSTICIA en el País ha sido subvertida es asquerosa, abierta, cínica y soberbia.
Existe la esperanza de que a partir de que se dé en México el CAMBIO de Gobierno estos bochornosos casos puedan ser investigados con pulcritud para que se haga justicia.
Claro, ello siempre y cuando se DEJE de politizar la actuación de la PGR, que tal parece que en lugar de estar a favor de la justicia está al servicio del régimen de una manera total.
De ahí que en nuestro País exista tanta impunidad, madre soltera de la corrupción galopante que acarreamos y que es lo que está en el fondo de todos estos tristes y lamentables episodios de impunes excesos y delitos gubernamentales, encubiertos y solapados por una PGR tan prostituida y corrupta que dudamos mucho que pueda continuar como está un sexenio más.
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