Aun con sus ausencias, aun con sus contradicciones, el cambio de la narrativa es aplaudible. Bienvenidas las propuestas que impliquen un adiós a las armas, un fin al festín de la muerte. Bienvenidas las iniciativas que denuncien una guerra librada por irresponsabilidad, o búsqueda de legitimidad, o ignorancia. Pero el cambio de ruta no puede ni debe quedar sólo en palabras aspiracionales o discursos emotivos o tuits jocosos de #AMLOVE. La amnistía tal y como la ha planteado el equipo de López Obrador hasta el momento encara algunos síntomas del problema pero no sus causas profundas. La violencia no cesará con tan sólo perdonar a quienes siembran mariguana; el tráfico de drogas no terminará con tan sólo exculpar a quienes la transportaban. La amnistía planteada es un paso en la dirección correcta, pero un pasito de bebé. Es un centímetro de avance, cuando faltan muchos kilómetros por recorrer. Como lo ha sugerido Alejandro Madrazo del CIDE, la oferta de amnistía debe formar parte de un paquete integral de reformas capaces de regular mercados, cambiar incentivos, remodelar instituciones, regresar al Ejército paulatinamente a los cuarteles, asegurar la justicia, prevenir la violencia. Acabar con el negocio de la guerra, pues.
Con una abrogación de la Ley de Seguridad Interior porque de otro modo no habría incentivos para profesionalizar a la policía o presionar a los gobernadores a que asuman su responsabilidad, como plantea el movimiento #SeguridadSinGuerra. Con una focalización en el delito de homicidio y la recuperación de la perspectiva local para combatir la inseguridad, como plantea México Evalúa. Con una procuración de justicia construida sobre fiscalías autónomas del Presidente en turno, como exige el colectivo #FiscalíaQueSirva. Con nombramientos a instituciones gubernamentales que no se rijan por la lógica de cuotas y cuates, para ir recuperando la confianza en el INAI, en el INE, en el TEPJF.
Este es el camino para andar; estas son las condiciones necesarias, pero no las condiciones suficientes. Sólo habrá un buen destino si AMLO ofrece el paquete completo: cambiar el paradigma sobre las drogas y asegurar tanto su despenalización como su regulación. De nada servirá otorgarle amnistía a alguien para que abandone un negocio lucrativo si no se le ofrecen alternativas, y eso transita necesariamente por crear mercados de mariguana. Como dijera Benjamin Franklin, nunca hubo una buena guerra o una mala paz. A garantizar la paz entonces, pero en serio.
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