La sangre corre por todo México. Tal vez nos hemos acostumbrado. Tal vez nos han dicho que por más que intentemos el miedo jamás se destierra. Pero México no era así hace dos décadas. La neblina de la guerra se asienta imposibilitándonos mirarnos a la cara y reconocer el miedo que tenemos.
En un año 3.9 millones de mexicanos se sumaron a las filas de la pobreza. En 2008 se contabilizaba 49.5 millones de pobres en México. En 2016 la cifra aumentó a 53.4 de millones, según cifras del Coneval. Claramente los 6 mil 491 programas sociales federales, estatales y municipales tienen que entrar a una profunda revisión del gasto y su impacto.
La violencia y la pobreza van de la mano. Son una mancuerna inseparable.
Hay dos temas principales que le preocupa a la población: corrupción y violencia. En ambos hemos caído constantemente en los últimos años. La caída constante debe significar que lo que hacemos no es suficiente para detener el deterioro. Estos dos temas deben de ser abordados en las campañas no a través de los dichos sin sustento o intenciones mentirosas (que de eso hay bastante), sino de propuestas serias e innovadoras que generen cambios importantes para la sociedad mexicana.
El miedo existe. El miedo tiene que vencerse porque éste solo sirve para que aquellos que se benefician con el sistema como está puedan seguir lucrando con el miedo, la pobreza y un débil Estado.
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