La caravana migrante, que arrancó su camino hacia la Ciudad de México el 25 de marzo y que lleva tres días en la capital, fue recibida ayer en la Casa Refugio Citlaltépetl por el titular de la Secretaría de Cultura, Eduardo Vázquez, y la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la capital, Nashieli Ramírez, para dialogar con algunos integrantes de la comunidad cultural y de colectivos indígenas, deseosos de verlos a los ojos y escucharlos. En ese intercambio de palabras, las lágrimas asomaron de uno y otro lados.
Ante sus relatos, Paul Leduc respondió después de escucharlos: Estamos aquí por solidaridad, pero también por vergüenza. Porque tenemos que reconocer que la acogida en México no se puede idealizar, no van a encontrar aquí la respuesta que necesitan
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Cuauhtémoc Cárdenas Batel, cuyo padre fundó la Casa Refugio hace 19 años para honrar la política de asilo del México que implementó su abuelo, el general Lázaro Cárdenas, para recibir a refugiados españoles y judíos, expresó: somos muchos los que sí queremos que ustedes estén aquí, que no queremos que nuestro país sea el perro guardián de Estados Unidos
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Sentada a medio metro de Cárdenas, una ancianita triqui sostenía una hoja de papel que consignaba ese mismo pensamiento: Nuestro país es su país
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