Pregunta. ¿Cómo definiría el momento que atraviesa México?
Respuesta. México se encuentra en una situación muy compleja, porque por un lado la realidad nos queda a deber, es una realidad muy quebrantada, que deja insatisfecha a muchas personas. Simultáneamente, la esperanza también parece estar en bancarrota. Creo que una de las cosas más difíciles que puede enfrentar un país no es solo que el entorno esté degradado, sino que también lo esté la ilusión. Esta falta de expectativas es la crisis más grande que tenemos. En España se solía decir una frase que acuñó Manuel Vázquez Montalbán: “Contra Franco vivíamos mejor”, en el sentido de que se sabía cuál era el enemigo y había una enorme claridad de cuál era la luz al final del túnel cuando cayera Franco. Podríamos decir lo mismo: estábamos mejor contra el viejo PRI, cuando pensábamos que con la alternancia que habría después, estaríamos mejor. Pero hemos experimentado varios gobiernos posteriores a la alternancia y nos han dejado la misma sensación de insuficiencia que antes. El gran problema es que no vemos una luz al final del túnel, estamos metidos en el túnel o, para ajustarnos más a los tiempos que corren, en el socavón.
P. Usted participó activamente en la campaña de Marichuy. ¿Qué enseñanzas le ha dejado?
R. Ha habido muchos aprendizajes en este proceso, que abren un futuro promisorio para la causa de los pueblos originarios. Los recorridos de Marichuy no tenían solo fines electoreros. Si vemos el mapa de la esperanza construido durante la campaña, no se privilegiaba la obtención de firmas en centros altamente poblados, sino la unión de muchas comunidades indígenas que no se habían articulado. Ahora bien, hubo obstáculos difíciles de sortear. Uno es la dificultad de que la gente en México se involucre en causas significativas. Vimos una respuesta conmovedora en la Ciudad de México después del terremoto. Pero, por desgracia, este tipo de respuestas puntuales ante una tragedia no se dan de manera sostenida. México es uno de los países que tiene más actos individuales espontáneos de solidaridad, pero al mismo tiempo es uno de los que tiene menos plataformas de actividad ciudadana continua. Cuesta mucho que la gente participe de forma organizada en actividades de transformación del país. En la campaña de Marichuy nos enfrentamos con esto. También con nuestra pobre organización, hay que ser sinceros y con un racismo fuerte, porque la gente no veía que podía ser importante para todo México. Pensaba que los indígenas luchaban por derechos folclóricos para estar de mejor manera en una especie de estado de reservación. Lo interesante de la causa de Marichuy y de los pueblos originarios es que permitirían organizar el país entero desde abajo.
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