Las nuevas democracias latinoamericanas se vieron forzadas a enfrentar sus terribles pasados de represión e inestabilidad con procesos de verdad y justicia que implicaron una reconfiguración de sus instituciones de representación, procuración de justicia y seguridad. Nadie puede desear pasados terribles para construir futuros posibles, pero creo que en estos procesos hay lecciones importantes para México. En democracia hemos reformado 295 veces la Constitución mexicana, pero difícilmente podríamos concluir que nos hemos acercado sustancialmente a ese tipo de instituciones democráticas.
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