La explosión en la mina Pasta de Conchos, en Coahuila, el 19 de febrero de 2006, «no fue causada por una caprichosa acumulación de gas, fue un siniestro evitable ocasionado por un sistema de ventilación insuficiente y por precarias condiciones de seguridad y mantenimiento en que (la empresa) Grupo México mantenía sus instalaciones». Es la conclusión del informe El carbón rojo de Coahuila: aquí se termina el silencio -elaborado por la organización Familia Pasta de Conchos con el apoyo de la oficina en México y el Caribe de la Fundación Heinrich Böll- que se presentó ayer.
El obispo de Saltillo, Raúl Vera López, lamentó las precarias condiciones en las que han trabajado durante años los mineros en la región y el país. «Miseria, hambre y muerte es lo que ha acompañado la vida en la minería».
*Más información en La Jornada