Ellas se convirtieron en expertos forenses, en peritos. Saben qué hueso es el cúbito, el fémur, el radio, cómo es el cráneo y cuántas vértebras tiene la columna humana. Saben también cómo clasificar restos humanos y los cuidados que deben tenerse para resguardar la llamada cadena de custodia. Todo eso lo aprendieron casi por obligación. Sucedió porque sus hijos, hermanos y parejas fueron desaparecidos.
¿Pero por qué sus madres, hermanas, hermanos, parejas los buscan? La pregunta quizás es innecesaria si se observa que el nivel de impunidad en 2017 sobre asesinatos es de 97 por ciento y que sobre desapariciones es de 100 por ciento.
Sin observar esos números, la señora María Isabel explica que esas búsquedas suceden por necesidad de descanso. «¿Yo qué necesidad tengo de estar buscando?, yo podría estar con mi marido en mi casa, atendiéndolo. Pero si yo supiera dónde está, si yo tuviera un hueso y me dijeran que es el de Yosimar, yo me voy y ya descanso, pero mientras no», señala.
*Lea la nota completa en Noroeste