¿Cuántos cadáveres pisamos? ¿Cuántos mexicanos no regresaron a casa? ¿Dónde fue que se los comió la tierra? Y tal vez la pregunta más importante: ¿quiénes son? Hasta hoy las tragedias de los desaparecidos se vivían en núcleos de dolor, hogares que no volvieron a ser los mismos, conversaciones con una misma frase final ¿dónde estarán?
Sentarse a esperar que el gobierno haga su trabajo, que investigue o que por lo menos los nombre, no regresará a ninguno de ellos a casa. Y de nuevo, es la sociedad civil organizada la que, empleando sus propios medios, en un esfuerzo sin precedentes y tratando de dar a las familias y a las víctimas acceso a la verdad y a la justicia, ha reconstruido esta lista de dolor.
Hoy, la organización Data Cívica presenta la base de datos “Reconstrucción de nombres de personas desaparecidas”, y después de dos años han logrado darles una historia a 31,968 mil nombres. No recuerdo un hecho tan contundente que da luz en el consuelo de los que sufren día a día un perdido.
Llamarlos por su nombre, saber cómo eran, de dónde venían, su edad, su historia… encontrar patrones que quizá nos ayuden a dar respuestas. Es devolverles la dignidad, es reconocerlos como 31 mil 968 pendientes. Es evitar que, en la depuración de estas listas incompletas del gobierno, estos mexicanos desaparezcan dos veces.
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