
Si queremos lograr un cambio de fondo necesitamos pensar sistémicamente en el conjunto de órganos que integran el sistema de seguridad pública, procuración e impartición de justicia. De nada serviría la mejor Fiscalía General —o el mejor fiscal— si no tenemos también fiscalías estatales que funcionen. Necesitamos instituciones que respeten derechos, que generen y utilicen la información, que cuenten con un modelo sólido de investigación, que articulen las funciones de investigación y persecución de los delitos, que sean capaces de conducir juicios exitosos y con imparcialidad respecto de cualquier poder.
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