Para Floricelda Silva, la esperanza no es mayor, perdió su tienda y su venta de camarón, es madre soltera de tres pequeños en edad escolar y no sabe que hará para recuperarse de las pérdidas que ocasionó el temblor.
“Ahora el mar parece que quiere llevarse a sus hijos, seguramente nos ve muy tristes, porque en las calles de San Mateo el agua sale de entre ellas, ¿y cómo no quererse ir, si ya no tenemos nada, si lo que tuvimos nos llevó años, si ya no son las mismas fuerzas?”, dice Flor.
La esperanza de que llegue ayuda a San Mateo del Mar se debilita con el paso de los días, las familias de Rodrigo y Floricelda fueron refugiadas en casa de personas nobles que viven en Salina Cruz, gente humilde que comparte su techo y alimento con los damnificados del sismo; pero ello no puede ser eterno, alguien debe al menos indicarles qué sigue, qué hacer, como empezar de nuevo.
Mientras, San Mateo del Mar y 41 comunidades más, enfrentan la desesperación de vivir literalmente en la calle.