Un grupo de sacerdotes entró a San Fernando, Tamaulipas, para bendecir la bodega donde justo hoy hace siete años quedaron tendidos los cuerpos de los 72 migrantes masacrados, crimen que –dijeron— debe ser considerado delito de lesa humanidad. Un vistoso dispositivo de policías con armas largas llegó a escoltar la sorpresiva caravana dejando claro que el municipio aún sigue tomado por el crimen organizado.
El sacerdote Pedro Pantoja, quien encabezó las oraciones, rezos y entrevistas, expresó que el municipio de San Fernando representa el principio de la historia donde los migrantes ya no sólo son perseguidos, también exterminados. Recordó que al año siguiente de la masacre de los 72 migrantes –58 hombres y 14 mujeres- en el mismo municipio fueron descubiertas 45 fosas con 195 restos de personas que mayoritariamente eran migrantes. La mayoría han sido identificados gracias a la intervención del Equipo Argentino de Antropología Forense.