En 1804, Napoleón mandó a fusilar a Luis Antonio Enrique Borbón, duque de Enghien, después de culparlo por ser parte de un complot para asesinarlo, lo que provocó gran indignación en ciertos círculos europeos. En ese contexto, se atribuye, tanto a Joseph Fouché, jefe de la policía, como a Charles Maurice de Talleyrand, ministro de Asuntos Exteriores, la frase «ha sido peor que un crimen, ha sido un error».
Hoy, la sociedad mexicana está indignada por las prácticas de espionaje que salieron a la luz a través de una investigación que publicó el periódico TheNew York Times, y de las cuales son víctimas integrantes de Organizaciones de la Sociedad Civil, defensores de derechos humanos y periodistas, lo cual, además de ser un delito, por no contar con la orden de un juez, es un error y una estupidez.
¿Qué nos queda? Exigir que la indagatoria que ya encabeza la Fiscalía de Delitos contra la Libertad de Expresión no se convierta, como la mayoría de las investigaciones sobre los delitos que se comenten en el país, en una farsa burocrática. Y exigir que los esfuerzos del gobierno se enfoquen en perseguir a quienes cometen ilícitos, y no a quienes trabajan por un México mejor.
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