Rosario Ibarra de Piedra, que ya cuenta con 90 años, es fundadora en del Comité Eureka, que reúne a familiares de desaparecidos durante los sexenios de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría, y es referente de las madres de las víctimas y de los activistas más comprometidos. La candidata al Premio Nobel de la Paz en cuatro ocasiones piensa todos los días, sin excepción, en su hijo ausente: «Mi horizonte es mi hijo Jesús; lo contemplo extasiada a toda hora, todos los días. Me río con su sonrisa infantil y acaricio su cara detrás del vidrio (de su fotografía) y lo beso, cuando lo levanto con mis manos y lo siento en mi pecho antes de dormir»
«Las familias de los desaparecidos políticos del Comité Eureka nos quedó muy claro que la desaparición forzada era una práctica sistemática, una política del Estado mexicano y que la brigada blanca, el Ejército, la Marina y la Dirección Federal de Seguridad y todos los elementos que participaban en una detención-desaparición eran parte de de un aparato represivo formado ex profeso para cometer este crimen» declaró.
Añadió que continuaron la lucha «anhelando que nuestro grito de batalla ‘¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!’ retumbara por todos los rincones de México, y hoy después de más de 40 años se escucha esta consigna por todo el país y en muchos partes del mundo, pero desgraciadamente no es sólo porque se hizo conciencia en los pueblos, sino porque el número de desapariciones llegó a miles”.