Los hechos ocurrieron el 26 de mayo de 2013, cuando 13 jóvenes, la mayoría de Tepito, fueron secuestrados a plena luz del día en un afterhour llamado «Heavens» del centro, a 50 metros del Paseo de la Reforma, eje financiero y urbano de la Ciudad de México. El asunto trascendió cuatro días después en los medios y las alertas estallaron ya que, lo que parecía que no podía suceder en la capital, el secuestro y asesinato masivo de unos jóvenes con las técnicas más brutales, había llegado al corazón de México, un rincón que se suponía libre de la narcoviolencia y de su impunidad.
Cuatro años después de lo sucedido, las familias todavía no saben por qué los mataron y hay más incógnitas que respuestas: los chicos desaparecen, se les comienza a relacionar con el crimen organizado o con alguna actividad delictiva, nadie sabe si están vivos o muertos, encuentran una fosa, los familiares piden ayuda a unos forenses argentinos porque no se fían de las autoridades, les entregan los restos de sus hijos, los entierran. Y ahí se suele acabar la historia. Quién lo hizo y el porqué casi nunca se terminan por resolver.
«Les vale madres porque somos de Tepito», sospechaba María Victoria Barranco, madre de Alan Omar Atiencia, quien añadió «Enterré lo que me trajeron de él. Pero no siento que de veras sea mi hijo, ¿tú crees? Por él no siento ese dolor que se siente cuando alguien se te muere. Y quisiera sentirlo».