Se definía como una persona de la tercera edad. Renqueaba al caminar. A veces se apoyaba en muletas. Se llamaba Miriam Elizabeth Rodríguez Martínez, era tamaulipeca, había perdido una hija a manos de la delincuencia y la palabra miedo ya carecía de significado para ella.
“Miedo es ya para nosotros los tamaulipecos sólo eso, una palabra. Hemos puesto en una balanza el miedo y el amor por nuestros desaparecidos, y sin duda la balanza se ha inclinado hacia el amor a nuestros seres que hemos perdido”, dijo Miriam Rodríguez el 26 de abril al participar en Texas en una Caravana contra el miedo.
Como en su tiempo Marisela Escobedo, y como tantas otras personas como ellas, Miriam Rodríguez representaba una mayor amenaza para los criminales que las autoridades.
Porque como ella decía, no habrá paz ni se podrán “cerrar los círculos de dolor mientras no sepamos el destino final de nuestros desaparecidos. Vamos a luchar todos unidos hasta encontrarlos”.
No la detuvo el miedo ni la apatía social ni autoridades omisas. Por eso mismo la mataron. Como a Marisela. México 2017.
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