En 2008, cuando se negociaba la reforma al sistema de justicia penal, se decidió no tocar a policías y procuradurías. Los promotores de esos cambios calcularon que las demandas del nuevo sistema desnudaríanlas carencias de la investigación criminal y de la procuración de justicia. Eso, a su vez, detonaría una nueva ronda de transformaciones. El cambio produciría más cambios. La justicia generaría más justicia.
O tal vez no. De acuerdo a u reporte publicado por el Imco sobre el sistema de justicia penal en Morelos, el cambio a un nuevo sistema de justicia penal no ha modificado la manera como se investigan los delitos y como se relaciona la autoridad con los ciudadanos. En ese tema Morelos es importante: fue uno de los estados pioneros en la implantación del sistema acusatorio y es donde deberían empezar a verse algunas mejoras. Y pues no. el sistema sigue siendo una máquina de impunidad. No me quiero imaginar cómo están otros estados.
La reforma al sistema de justicia penal no tiene efectos mágicos. Para reformar esos otros eslabones de la cadena de justicia, hay que entrarle, entrarle fuerte y entrarle ya. De otra manera, el nuevo sistema de justicia penal va a acabar pagando los platos por todo lo que no cambió.
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