Es preciso calibrar las perspectivas sobre lo que se vislumbra será la labor de un fiscal cuyo encargo durará a más tardar hasta el 30 de noviembre de 2018, un día antes de que tome posesión el próximo titular del Ejecutivo federal. El fiscal anticorrupción se enfrentará al menos a cuatro desafíos:
1. El primer reto será lograr que su nombramiento no sea cuestionado por problemas de opacidad en su selección y/o de legitimidad política.
2. El Fiscal Anticorrupción enfrenta condiciones de endeble protección jurídica para realizar su labor con independencia política y certidumbre jurídica.
3. El nuevo Fiscal heredará una estructura con pobres resultados en sus investigaciones de combate a la corrupción.
4. El rediseño del andamiaje institucional de la Fiscalía Anticorrupción requiere esfuerzos presupuestales importantes para afianzar sus alcances.
Múltiples grupos de la sociedad civil y la academia lo hemos advertido. Caro sería para el país continuar con un esquema de simulación que no atiende de una vez por todas la debilidad del Estado mexicano para avanzar en el establecimiento del Estado de derecho y los controles efectivos en contra de la corrupción. De no tomarse medidas para superar los obstáculos que enfrentará el nuevo Fiscal Anticorrupción, inevitablemente se abrirá la puerta a la desilusión y escepticismo respecto al naciente SNA.
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