Lo que faltó, y no es cosa menor, en el acto de desagravio del martes fue la voz del Poder Judicial pidiendo perdón a las tres indígenas.
Porque la injusticia cometida durante varios años en contra de estas indígenas, a las que se acusó de secuestrar a seis policías federales, lo cual era una tontería evidente desde el primer día, esa injusticia no pudo haber ocurrido sólo gracias a fiscales obtusos, que fabricaron un expediente ilógico e irracional en contra de Jacinta, Teresa y Alberta.
Teresa, Alberta y Jacinta serían llevadas con engaños ante el juez, quien nunca quiso ver la barbaridad de la causa. Ese juez, entonces el cuarto de Distrito en Querétaro, lleva por nombre Rodolfo Pedraza Longi y sigue en activo.
Siete años después llegaría la disculpa de la PGR. Bien por el procurador Cervantes, pero nueva oportunidad perdida para el Poder Judicial, que pudo haberse hecho presente y manifestar un mea culpa que le habría honrado.
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