En Nochixtlán, Oaxaca el domingo 19 de junio sí hubo muertos. Hubo cadáveres, para quienes lo hayan puesto en duda. Hombres con nombre y apellido. La mayoría no eran maestros, eran pobladores y las balas de la policía los atravesaron. Unos murieron instantáneamente, otros alcanzaron a llegar al centro de salud desangrados. SinEmbargo conversó con las familias de dos de ellos. Un padre de familia que dejó una viuda y tres hijas, y un joven que daba catecismo, quería ser chef y comprarle una casa a su mamá. En ambos casos, las autoridades hasta las actas de defunción les regatearon: tardaron seis días en entregarlas, hasta que las familias las exigieron incluso con abogados.