Hartas de la negligencia de las autoridades, madres de Sinaloa se han unido en la búsqueda de sus hijos en un grupo denominado Las Rastreadoras. Sus largas jornadas de trabajo han dado de qué hablar en un estado que incrementó el número de desapariciones en un 31.3 por ciento en el último año y medio. En los escombros o debajo de la tierra, numerosos cuerpos han sido hallados por estas mujeres; ellas les han devuelto su identidad.
Hace dos años, Mirna Nereyda Medina Quiñónez perdió a su hijo después de que extraños a bordo de una camioneta Explorer color negro se detuvieran en una gasolinera, en la localidad de El Fuerte, Sinaloa. Roberto Corrales Medina, de 21 años, vendía complementos para celular y nadie lo ha vuelto a ver. En su búsqueda, la madre ha organizado a las familias para hacer trabajos que las lleven a encontrar a sus seres queridos. El grupo denominado como Las Rastreadoras, recientemente consideradas como concursantes al Premio Nobel de la Paz por labores que iniciaron en el 2014, quieren mantenerse lejos del reconocimiento y, como dice Medina, prefieren hablar de sus prioridades y de las herramientas que aún les hacen falta a 225 familias para trabajar en esta penosa tarea. (Sin Embargo)