La escalada del conflicto magisterial está llegando a un punto de quiebre con el desalojo violento de los maestros y maestras de Oaxaca, quienes desde el 6 de junio tenían tomado el inmueble del Instituto Estatal de Educación Pública (IEEPO), para demandar la instalación de una mesa de diálogo. Las recientes detenciones de los profesores Francisco Villalobos Ricárdez, secretario de organización de la sección 22 y Rubén Núñez Ginés, secretario general de la misma sección con sede en Oaxaca, son acciones claras del endurecimiento del gobierno federal y de su cerrazón para dialogar. Está privilegiando el uso de la fuerza para doblegar la resistencia del magisterio disidente. Esta etapa de confrontación está siendo combinada con el uso faccioso de la ley para criminalizar y encarcelar a los líderes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), con el fin de contener y diezmar su movimiento.
No es saludable descalificar sistemáticamente a la CNTE por su postura crítica y combativa e ignorar que es un movimiento legítimo, que tiene arraigo y que sus raíces nacieron de la lucha contra la corrupción de sus líderes ligados a un sistema político-clientelar. Desde hace 36 años se propusieron combatir el charrismo sindical y el uso facciosos y partidario de la educación. No nacieron para proteger privilegios y mantener una estructura corporativa nutrida por la corrupción. Adquirieron fuerza en la medida que democratizaban la vida sindical y se abrían a la sociedad para generar procesos de reflexión y enseñanza a partir de la realidad que enfrentan los padres y madres de familia.
Esta sorda confrontación ha obligado a los maestros y maestras a tender puentes, a buscar la interlocución con los diputados y senadores. Las mismas marchas y protestas están orientadas a abrir los canales de diálogo, porque lo que quiere el magisterio es ser escuchado. Necesita ser tomado en cuenta, atender y entender sus razones y argumentos. Saber que también tienen propuestas y que necesitan ser tomadas en cuenta. Se requiere disposición y voluntad política para colocar las razones de las y los maestros no fuera del margen de la interlocución legitima, sino dentro de los actores centrales de la reforma, porque sin ellos y ellas, sin su creatividad y sus propuestas, la reforma educativa quedará circunscrita al ámbito meramente punitivo.
Tenemos que plantear a las autoridades que ante la complejidad de los problemas que enfrentamos en el país, no pueden labrar un solo camino para impulsar las reformas que no surgieron con el respaldo de la población. Tienen que abrirse a la sociedad y construir otras formas de interlocución para distender el ambiente que está sobrecalentándose. Hay la necesidad de cambiar la estrategia porque nos está llevando al desfiladero de la confrontación. No se puede mantener una postura cerrada cuando amplios sectores de la sociedad demandan diálogo para poder avanzar en esta ruta de las reformas. Es importan reiterar a las autoridades que no se empecinen en sus posiciones irreconciliables, porque corren el riesgo de repetir historias que lamentablemente han tenido costos políticos y sociales muy altos. ¡No se equivoquen! Urge abrir el diálogo con la CNTE. (Centro de Derechos Humanos Tlachinollan)