¿Qué tiene el presidente Enrique Peña Nieto? ¿Le falla la memoria?
¿Miente?
¿Nunca terminó de comprender hasta dónde lo llevaría la forma como su equipo lo secuestró y lo hizo perder contacto con la realidad? Estas preguntas tienen su origen en lo que afirmó el lunes en una entrevista con La Jornada al hablar del caso Ayotzinapa. “Nunca he logrado entender una cosa: cuándo pasó el gobierno a ser señalado, si lo único que quiso fue atraer un asunto ocurrido en una entidad, Guerrero”, dijo Peña Nieto. “El gobierno intervino para esclarecer y apoyar la investigación de qué había ocurrido, dónde estaban, cuál había sido el paradero de los jóvenes desaparecidos”. Las repuestas son claras desde el principio; su reacción es inaceptable. Una selección de textos publicados en este espacio permiten argumentar que Peña Nieto no entendió ni entenderá que su inacción irresponsable en los primeros días es la causa de ello.
Iguala, se subrayó el 13 de octubre, aniquiló en 27 días el modelo de gestión de la gobernación del presidente Peña Nieto, enmarcado por aquellas palabras cuando dijo que era un tema que tenían que resolver exclusivamente los guerrerenses. En esos primeros días en Los Pinos, los colaboradores del presidente estaban cegados en su endogamia.
Llamaban ‘criminales’ a los normalistas y afirmaban que la salida de Aguirre no solucionaría nada. La información que daban al presidente estaba fragmentada y era escasa; lo tenían desinformado. Era patente el poco alcance de su equipo, y lo fallido de la gestión vertical, cerrada y encapsulada, que llevó a pagar a Peña Nieto altos costos políticos en el medio plazo e históricos en el largo. Si el presidente aún no lo sabe, que revise aquellos días de 2014. (El Financiero)