En abril de 2013 Garzón entregó al gobernador Graco Ramírez una propuesta de estructura de ley para víctimas. Según La Jornada «Garzón aclaró a los familiares de víctimas de la violencia que su fundación no cobró por ayudar a crear esta ley». En caso de que lo hubiera dicho falseó la realidad. De acuerdo con documentos oficiales obtenidos vía Infomex, la Fundación Internacional Baltasar Garzón (FIBGAR) recibió, en marzo de 2013, cinco millones de pesos (más IVA) del gobierno de Morelos sin informar sobre ello.
Para Eliana García, el principal problema de la propuesta era que concedía al gobernador el poder de nombrar a los integrantes de la Comisión Ejecutiva. Julio Hernández añade que el proyecto fue «innecesario y desconocía la realidad mexicana. Tuvimos que ajustarlo al contenido de la Ley General de Víctimas». Sicilia es más severo: la «Fundación Garzón me parece un puro negocio»; fue «decepcionante lo que hicieron. Esa gente es parte del problema».
La presencia de Garzón en México adquirió relevancia por la detención de Humberto Moreira en España. El antiguo gobernador de Coahuila solicitó inicialmente que lo defendiera Garzón. El exjuez sugirió a Manuel Ollé (jurista asociado con Garzón en varias causas célebres) quien logró que el juez Santiago Pedraz archivara provisionalmente la causa y liberara al político priista. Alejandro Gutiérrez de Proceso y Daniel Montero de El Español han documentado que Garzón, Ollé y Pedraz participaron juntos en varios foros organizados por FIBGAR para políticos y gobernadores: César Duarte en Chihuahua, René Bejarano en Michoacán, Jaime Rodríguez en Nuevo León, etcétera. ¿Tráfico de influencias y conflicto de intereses de los tres juristas españoles?
¿Qué buscan los políticos mexicanos placeándose con Baltasar Garzón? Graco Ramírez lo explicó en un discurso el día que se firmó el convenio con FIBGAR: «[el] aval que nos da, moral, ético, jurídico… queremos que se escuche en el Zócalo de la Ciudad de México y […] en todo el país». Estaba tan contento el gobernador que ese día declaró a Garzón «morelense, parte de nosotros».
Es saludable que organizaciones de derechos humanos extranjeras se instalen en México; es tan inmensa nuestra tragedia humanitaria y es tan profunda su corrupción y nuestra desigualdad, que requerimos de la solidaridad internacional. Sobran los simuladores que vienen a legitimar gobernantes insensibles e inservibles. Nos distraen de lo prioritario: taponar la sangría y atender a las víctimas. (Reforma)