La visita del papa Francisco a México será un referente diplomático, pastoral y, en especial, un alto en el camino para la reflexión de los movimientos sociales, de derechos humanos y sin duda para los pueblos indígenas. La ruta de su visita y la agenda misma, dibuja estos componentes: pueblos, migrantes, feminicidios, desapariciones, así como la tensión evidente entre el Papa como jefe de Estado y el Papa como cabeza de la Iglesia católica, donde también existen tendencias que vienen de antes y no siempre han sido plenamente aceptadas, porque se basan en prácticas sociales de opción preferencial por los pobres. No es casual que las principales organizaciones de derechos humanos en nuestro país, tengan referentes de algunas órdenes religiosas que han tratado de encarnar dicha opción.
El papa Francisco llega a nuestro país precedido de la fuerza de sus planteamientos sobre temas y enfoques que no han sido comunes en la más alta jerarquía eclesiástica. Es el caso de la encíclica Laudato si, que ha sido considerada como un invalorable aporte moral y político en el que encontramos nuevos argumentos y renovados ánimos para nuestra justa lucha. La encíclica es una luz para los pueblos indígenas que defendemos la tierra-territorio, los bosques, el agua y los recursos naturales para la humanidad
(boletín, 3/2/16, convocatoria al Encuentro latinoamericano con la encíclicaLaudato si, a realizarse el 13 y 14 de febrero próximos en San Cristóbal de las Casas, Chiapas).
Me interesa destacar que los llamados a la acción, de la encíclica, a la recuperación de la ética, al amor y cuidado de la naturaleza, al combate al individualismo y el consumismo son elementos en que la cosmovisión indígena ha dado ejemplo en contextos de políticas oficiales de exterminio y etnocidio, hoy potenciadas con el auge neoliberal en el mundo. (La Jornada)