Interrumpen tu programa de radio para dar una noticia de última hora: Detuvieron hace unos minutos en España al exgobernador de Coahuila. Te paralizas, dudas, no lo crees. Verificas que no es día de los inocentes. Las siguientes noticias lo confirman: Sí, es él, la Guardia Española detuvo a Humberto Moreira.
Sabes que quizás mañana lo liberen, que el gobierno mexicano tiene mañas para arreglar conflictos internacionales, para tapar su mala imagen, pero al menos por hoy, por estos días, tendrás el gusto de saberlo en la cárcel. Tras las rejas está ahora el hombre que se burló de ti, de todas ustedes, tantas veces que fueron a rogarle que buscara a sus hijos que fueron desapareciendo en todo el estado. El mismo que se fingió conmovido y citó a su gabinete para atenderlas. El que se hizo el sorprendido de lo que ustedes le decían, como si él no fuera quien gobernaba el Estado, como si desconociera que funcionarios de su gobierno estaban ligados con los Zetas –como después estableció la PGR que después, extrañamente se desdijo–, como si no supiera que los penales eran controlados por narcos y se usaban como centros de exterminio.
Por eso ustedes se llaman, festejan, sonríen. Aunque mañana digan que la detención fue un error, el gusto hoy nadie se los quita. Quizás pronto puedan acusarlo de la desaparición de tu hijo y de otras 167 personas por quienes fundaron uno de los primeros comités de familiares en busca de sus desaparecidos durante la llamada narcoguerra. Hoy son más de 400 personas que no aparecen en Coahuila. A la última reunión que tenía él con ustedes, con las familias, él ya no llegó: prefirió una posada con el candidato Enrique Peña Nieto. (Más por Más)