El 6 de diciembre de 2011, hace cuatro años, fuimos testigos del terror y la barbarie que el Estado mexicano ha impuesto como norma al pueblo nahua de Santa María Ostula, ubicado en la sierra-costa del estado de Michoacán. Hay que recordar que en 2009, como resultado de un largo proceso de lucha y organización regional, el pueblo de Ostula logró recuperar 1,200 hectáreas de tierras que les habían sido arrebatadas por supuestos «pequeños propietarios» y en las cuales fundaron el poblado de San Diego Xayakalan.
Recordemos también que en 2011 miles de personas en todo el país se movilizaban en torno al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD) para exigir justicia para las víctimas y alto a la guerra contra la población, demandas a las que se sumaron organizaciones sociales y comunidades indígenas para las que la guerra no es un asunto de diccionarios sino una dolorosa realidad, como es el caso de Ostula.
«La lucha de los pueblos nahuas, es para que Ostula no vuelva a ser espejo de muchos lugares dolidos del país, donde es imposible distinguir quién es el criminal, quién el empresario y quién el gobierno». (Subversiones)