A raíz de la Reforma Energética en México se busca extender la extracción de hidrocarburos de lutitas a través del método conocido como fractura hidráulica o fracking. Esta técnica ha sido prohibida en Francia y Bulgaria y en diversos estados, provincias y municipios de otros países hay prohibiciones o moratorias por los grandes riesgos que representa para el ambiente y la salud humana.
La fractura hidráulica requiere de 9 a 29 millones de litros de agua por pozo que son mezclados con arena y químicos (muchos de ellos tóxicos), pone en riesgo de contaminación las fuentes de agua de poblaciones cercanas y la habitabilidad de sus viviendas, contamina el aire, tierras de cultivo y pastura, y requiere una ocupación territorial intensiva. Además las sustancias utilizadas afectan directamente piel, ojos, sistema respiratorio y gastrointestinal, pueden afectar al sistema nervioso, inmunológico, endócrino, cardiovascular y riñones y, finalmente, también pueden provocar cáncer y mutaciones.