Hace no mucho le escuché decir a un alto funcionario de la Cancillería que “México vivía un sobre-escrutinio internacional en materia de derechos humanos y que había que ponerle fin a eso”. Sin afán de polemizar de más, llama poderosamente la atención el “sobre-escrutinio” al cual aludió el funcionario. Sé que no es una idea de un funcionario demente, sino que es una política en ciernes que el gobierno se propone imponer para cerrarle el paso a la comunidad internacional y así recibir menos críticas. Como si el problema fueran los informes de la ONU y la OEA y no la preocupante situación que vivimos respecto a violaciones de derechos humanos.
El año 2000 fue decisivo para insertar a México en el nuevo orden mundial. Todavía recuerdo con nitidez que el primer acto de gobierno de Vicente Fox fue firmar un acuerdo de cooperación con la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH). La primera firma en un país en paz. De ahí, el gobierno federal lanzó la invitación permanente para que mecanismos especiales de las Naciones Unidas y de la OEA visitaran México. Y eso sí hay que reconocerlo: en las casi dos décadas que han pasado desde entonces casi todos los relatores especiales han visitado nuestro país.
Los informes que se han presentado sobre México por parte de la ONU y de la OEA son amplios y merecen mucha mayor atención de la que se les ha dado. Ha habido severos señalamientos, muy severos, como es el caso del relator contra la tortura, o el de libertad de expresión, o el de ejecuciones extrajudiciales. Detrás de ese lenguaje diplomático y algo condescendiente, hay señalamientos sumamente precisos y severos que la comunidad internacional le ha hecho a México. En otras palabras, por más que la diplomacia intente bajar el tono, la comunidad internacional ha cumplido con su tarea. Ahora bien, que el mismo sistema internacional sea suave ante condiciones y contextos difíciles, como el mexicano, es otra historia. Los mecanismos internacionales están diseñados con esa premisa: ser suaves. (Sin Embargo)