En Tlatlaya y Calera, el mismo Ejército acepta la participación de sus elementos en hechos delictivos; en el de Michoacán, reconoce la presencia de los militares, pero alega que fue dentro de los protocolos legales; y, en el caso de Iguala, niega su participación a pesar de las evidencias que lo vinculan (Proceso 1992), y no permite que el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos entreviste a los integrantes del 27 Batallón de Infantería. Previamente se habían demostrado ya muchas ejecuciones extrajudiciales.
En los acontecimientos recientes los únicos que portaban armas eran los militares y no había lugar a confusión alguna.
Dada los hallazgos realizados en las últimas fechas, particularmente la confirmación de que la orden de ejecutar a los presuntos criminales proviene del “Alto Mando”, no puede dejar de establecerse una relación entre las decenas de miles de desaparecidos, los cadáveres de las llamadas “narcofosas” y las ejecuciones extrajudiciales. En Tamaulipas y Nuevo León, entre 2010 y 2012, fueron muy comunes las historias –que se consideraban leyendas– de que había habido enfrentamientos entre militares y delincuentes que duraban horas y concluían con varias decenas o centenas de muertos; en algunos casos los medios de comunicación daban cuenta de las refriegas, pero el número de muertos que reportaban no correspondía con los señalados en las comunicaciones de boca a boca.
Al analizar estos hechos, estadísticas y documentos, las consideradas leyendas se vuelven verosímiles y requieren una investigación seria y profunda, pues hoy existen las denuncias sobre las decenas de miles de desaparecidos y los cientos de cadáveres localizados en las “narcofosas”, casos a los que el Estado mexicano tiene que dar una respuesta contundente y no pretender atribuirlos todos, sin ningún tipo de evidencia, a los llamados grupos del crimen organizado, los que sin duda también han contribuido.
Contrariamente a lo que afirmó el pasado martes 21 de julio el presidente Enrique Peña Nieto, no son los empeños de algunos que tratan de “…manchar el esfuerzo que realizan las Fuerzas Armadas…” los que dañan la imagen de éstas, sino los crímenes que las mismas Fuerzas Armadas perpetran amparadas en su participación en labores que no les corresponden. (Proceso)