En vez de construir legitimidad a partir de su disposición para enmendar desaciertos, predomina entre los mandos militares una tendencia pronunciada a esconder la basura bajo la alfombra.
Es tarea de las Fuerzas Armadas colocarse en primera fila y defender a los civiles, pero en México con frecuencia ocurre lo contrario: los militares se esconden tras las faldas del poder civil que siempre sale a defender su honorabilidad y embestir con invectivas lapidarias a quien les critica.
El último episodio quedará registrado en los anales del absurdo galáctico; me refiero a la disputa por las varias acepciones que la Real Academia de la Lengua Española otorga a la palabra «abatir», a propósito de Tlatlaya. Pero existe otro ejemplo igual de increíble: hay 16 militares que no han sido llamados a declarar, a pesar de estar relacionados, de alguna forma, con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Nada en el proceso de investigación lo impide. El GEI ha conversado con efectivos de las policías local y federal, con familiares y autoridades, con José Luis Abarca y su esposa, en fin, con todas las partes involucradas a excepción de una.
Zoom: El día que en México se erradique la insoportable intocabilidad del Ejército podremos contar con una Fuerza Armada capaz de aceptarse humana y dispuesta para enderezar de manera eficaz sus muchos yerros. Contaremos con militares que abrazarán la democracia con sinceridad. (El Universal)