El lenguaje militar está plagado de eufemismos para intentar hacer decoroso el infierno. Los militares argentinos se referían a “trasladar” cuando subían a las personas a los vuelos de la muerte. Los militares colombianos a “falsos positivos”, en lugar de ejecuciones extrajudiciales. En EEUU se hablaba de “técnicas intensivas de interrogatorios”, en lugar de tortura. En la Alemania Nazi los “campos de trabajo” eran centros de concentración y exterminio, mientras que la “solución final” era el exterminio de los judíos de Europa.
Pero las palabras disfrazadas no modifican la verdad. El afán del gobierno con el significado de abatir es ocultar con aún más eufemismos un plan sistemático de los “Altos Mandos” para combatir las organizaciones criminales sin respetar los derechos humanos. Aún falta saber a quién disfraza el eufemismo “Alto Mando.”
El último recuerdo de Clara son los latidos de Erika. Hay muchas madres con la valentía de Clara y es gracias a ellas, y no a un Gobierno que alimenta la violencia negando la realidad de desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, torturas y desplazamientos forzados, que México mantiene viva la esperanza de paz. América Latina sabe muy bien que cuando la respuesta del Estado a la delincuencia organizada se hace por fuera de la ley, las víctimas son todos los habitantes y el Estado de derecho. Sin eufemismos, el principal abatido en la oscuridad es el Gobierno de México enredado en telarañas propias y heredadas. (El País)